Aún estoy atesorando estos momentos en el corazón, esos chispazos de luz que te revelan que la vida pasa rápido y cuando menos lo imaginas, estás en una nueva etapa; con sus propios retos y maravillosos regalos.
No sé qué tanto regalo es verme nuevas canas escondidas entre mi abundante cabellera, pero me doy cuenta que yo también sigo creciendo, mi cuerpo lo revela, y las cicatrices del corazón que van sanando, también.
Al ver a mis hijos profundamente dormidos, ese silencio de la casa invade mi corazón con una revelación: ¡Todos estamos creciendo!
Vienen a mi mente “flashbacks” de mis primeros años de mamá, al estar sentada horas en la mecedora, amamantando a mi primer hijo. Me preguntaba inocentemente: “¿Cuándo saldríamos a la calle? ¿Algún día volvería a salir…ahora juntos a descubrir el mundo? ¿Cuándo se acabarían los pañales, las desveladas y el cansancio que nunca imaginé?”…
Ahora, siete años más tarde…no paramos de salir a la escuela, a las clases de la tarde, al parque, a las fiestas infantiles (que tanto le cuestan a esta mamá). Estamos descubriendo el mundos de las emociones, de las sanas expresiones, de la naturaleza, de la familia y amigos cercanos, de estudiar para exámenes, de ahorrar y hacer uno que otro trabajo en casa para comprarse su nueva bici. La época de pañales ha terminado, así como las desveladas (por ahora) también, aunque el cansancio, no mucho.
Lo escribí en el nuevo libro “La Danza de la Mariposa”, nuestra sanación interior, se reflejará en gran medida también en nuestra crianza. Cuando eres capaz de mirarte a ti y a tu historia, eres capaz de mirar con un nuevo amor y entrega a tus propios hijos…
“Muchas veces todo lo que necesita esta pequeña/pequeño, es sentir…
Sentir que validan sus emociones.
Sentir que es vista.
Sentir el gozo de una palabra de aliento y afirmación inflando su corazón.
Sentir que es valiosa, que es un don para proteger.
Sentir que los adultos responsables de su cuidado, realmente custodian su integridad física, emocional y espiritual.
Sentir que su voz y opinión contaban y cuentan mucho.
Sentir que puede explorar y regresar a unos brazos seguros, a un hogar seguro.
Sentir que sin importar lo que haga – o deje de hacer – mamá y papá lo amarán incondicionalmente
Sentir que es parte de una familia donde hay amor, respeto valores, límites, presencia, tradiciones, tanto por compartir y celebrar.
Me ha tomado siete años, dejar ir mucho de mi propia crianza y abrazar ese acompañamiento que deseo darles a mis dos amados pequeños. Aún más; estoy segura que me tomará toda una vida, crecer, dejar ir, y abrazar nuevas etapas…conforme ¡todos crecemos!
El corazón respira, mientras aún sigo intentando dejar uno que otra cana al aire. Mi esposo me abraza y damos gracias por cómo todos hemos ido creciendo en estos años…este arte de soltar y abrazar nuevos ciclos, nuevas transformaciones.
Con gran cariño,
Mariana López.
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¡Gracias por todos los mensajes sobre cómo el nuevo libro «La Danza de la Mariposa», va tocando sus propios corazones! ¡Gloria a Dios!
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Una de las películas que me han parecido muy conmovedoras y con gran mensaje para las mamás y papás es: «Robot Salvaje», si aún no la has visto, te invito a verla en familia y dejar que te hable al corazón.
Y una canción para el corazón de cada una de nosotras, ¡que la disfrutes mucho!