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¡Cuaresma y una mudanza del corazón!
Cuaresma inicia para nosotros en medio de cajas, caos, y cansancio. Tan sólo vislumbro la cantidad de cajas por mover o que faltan por empacar, y lo único que anhelo es sentarme, cobijarme y tomar una larga siesta.
Conforme escombro cada rincón de este hogar que dejamos felices y agradecidos, me percato de todo lo que podemos guardar (o mejor dicho, acumular: entre papelitos, juguetes, ropa, libros, etc…). Podemos llegar a creer vanamente que somos lo que tenemos, hemos adquirido o comprado, pero somos mucho más que un montón de cosas guardadas que se rompen, se empolvan y se olvidan.
Veo mis libretas (de cursos, de estudios, de retiros, de listas) todas llenas de conocimiento y sabiduría, pero por un instante el corazón se siente interpelado. ¿Quiero coleccionar conocimiento, o quiero atesorar experiencias, cultivar relaciones, guardar momentos que se quedarán en el corazón y para la eternidad?…
El corazón siente una alegre ligereza al romper, tirar, soltar, dejar ir, donar, regalar todo aquello que realmente no necesito guardar. Aquél sabio y humilde siervo, San Francisco de Asis, decía: “Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco.”
Mi ser necesita poco estos días; orar, silencio, comer, cuidar el descanso, nutrir mis relaciones. Mis cosas pueden caber en unas cuantas cajas o maletas, pero es mi corazón el que necesita guardarse estos días en el silencio y sumergirse por completo en el amor que es eterno, que perdura y madura mi ser con cada nuevo cambio e invitación a transformarse.
«Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco.»
– San Francisco de Asis.
“Cuaresma”, explica el Padre Mike Schmitz, “es entrar al desierto. El desierto es un lugar de entrenamiento, de prueba, de conflicto.”
¿A qué o quién me estoy apegando, más que a Dios? ¿Quién le está robando el lugar al verdadero amor en mi vida? ¿Me estoy conformando con un pastel de lodo, de fama, de poder, de éxito mundano…en vez de voltear al verdadero banquete que es Jesús, el pan bajado del cielo?
Esta mudanza es mi Cuaresma. No sólo me mudo de casa, mi corazón muda de piel de nuevo, para revestirse más hondo de Dios. Así me siento: en caos, en camino, en conflicto, en constante discernimiento por evitar llenarme de “muchas cosas buenas”, que terminan dejando el corazón ocupado para simplemente amar y dejarse amar más.
«Mi corazón muda de piel de nuevo, para revestirse más hondo de Dios.»
Lo escribo como un recordatorio en mi corazón:
Más momentos que coleccionar, menos objetos que guardar.
Más sencillez en el corazón, menos cargas del pasado.
Más relaciones que nos sigan haciendo crecer y sorprendernos de quiénes estamos llamados a ser en plenitud.
Más hermandad, menos individualidad.
Más alegría, menos quejas.
Escucho atenta las reflexiones de Cuaresma:
“La conversión es cuestión de un momento.
La santificación es el trabajo de toda una vida.”
San José María Escrivá.
Continúo este camino en medio de mi propio desierto, acomodando, desempolvando, dejando ir todo aquello que ya no necesito, en mi hogar y en mi vida, para dar paso a una nueva transformación.
Las cajas comienzan a vaciarse y cada cosa, así como mi corazón, va encontrando su lugar…un nuevo llamado a la conversión.
¡Vayamos juntas al desierto!
Con gran cariño,
Mariana López.
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¡RECURSOS PARA ACOMPAÑAR LA CUARESMA!
Aquí te dejo una lista de libros que pueden acompañar este valioso tiempo de transformación.
3. «La Paz interior», de Jaques Philippe (Disponible en Amazon)
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