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¡Deja que tu corazón descanse! El arte que pocos viven y todos necesitamos aprender.
 
								Lo escucho en mi propio corazón y en el corazón de las personas que caminan cerca de mí, ese sentirnos: «cansados», «abrumados», «sobrepasados», «con más pendientes de los que podemos resolver», «burn-out«.
El descanso es poco celebrado por nuestra sociedad, pero también poco entendido en la importante necesidad que es para el cuerpo, la mente y el alma…hasta que enfermamos de todo junto; cuerpo, mente y alma.
Pero la vida tiene sus maneras de hacernos llegar sabios recordatorios, y cuando la maestra de Biblia – aún sin conocer lo que cada uno de sus amados alumnos vivimos en nuestro día a día – expresa esta siguiente frase, con su característica sonrisa y voz apasionada, me quedo sin aliento:
«Deja que tu corazón descanse.»
Karen Lorenzo
«Deja que tu corazón descanse, porque tú sabes que los frutos serán mejores y mayores.»
Estas palabras caen como suave bálsamo, sobre cada uno de nuestros corazones.







Quedan dos meses para Navidad y unos cuantos días más para cerrar el año, y en el hacer, producir, lanzar, medir, presionar por algo más; podemos perder de vista el arte del verdadero descanso.
No porque promueva la flojera y una vida cómoda sin entrega y servicio (Dios sabe que peco más de «sobre productividad») sino porque en nuestra cultura llena de clicks y rapidez, agendas llenas y «sí» a todo compromiso, podemos olvidar lo cansados que estamos, lo necesitados de gracia, pausa, silencio y profunda quietud, para seguir creciendo bien.
Recuerdo tanto esta frase de un libro de me ha marcado en la vida:
«Está bien crecer despacio, porque cuando creces despacio, creces profunda.»
Jennifer Dukes Lee.
Lo mismo aplica para todo lo que te imagines…
Crecer despacio.
Amar despacio.
Sanar despacio.
Maternar despacio.
Trabajar despacio (no con flojera, que es distinto).
Integrar cada una de nuestras complejas etapas como ser humano; des-pa-cio.






La naturaleza nos muestra estos ritmos con tanta sabiduría. En invierno la tierra se deja descansar, por el clima frío y/o la nieve. La tierra no está en su mejor momento para ser «trabajada» y producir fruto. Sin embargo ante esta aparente «improductividad» donde no pasa nada; pasa todo secretamente, silenciosamente.
La tierra absorbe nutrientes, descansa, se regerena para volver a producir una cosecha – probablemente mejor – que la del año anterior.
Este año yo también confieso que he tenido que aprender este arte del descanso y cuidado, entre hormonas haciendo de las suyas rumbo a mis 39 años, niveles de glucosa que vigilar, emociones a flor de piel con los dramas familiares (que nunca faltan), cuidar mi matrimonio y la crianza de mis hijos, e intentar escribir un siguiente libro…
Y tanto más que todo bello ser humano, malabareamos al mil por ciento, dejándonos realmente agotados. En todo ello nunca había tenido que priorizar tanto, como ahora, aprender a descansar.





Aprender a decir «no» a ese compromiso que por ahora no suma a ese descanso para regenerar fuerzas internas.
Soltar esa carga emocional pesada, que la lleva mucho mejor Dios por mí.
Abrir ese libro que tanto he esperado leer, en vez de contestar aquellos mensajes que pueden esperar.
Esperar un poco más para emprender algo nuevo.
Medir mis fuerzas emocionales y estar en quietud y confianza, ante lo que Dios va revelando y acompañando del camino.
Soltarme en silencio y oración, más seguido.
Priorizar a mis personas vitamina y esos encuentros que nos llenan de vida, energía y verdadera paz.
«Nuestro mundo pide más.
Pero nuestro Dios, pide estar.«
Estar donde Él te ha sembrado, por ahora.
Acoger cómo te encuentras.
Soltar expectativas, que ni Él tiene de ti.
Abrazar lo que has podido hacer y lo que no, porque Él ha estado generando más vida de la que puedes ver.
Y también entregarle tu cansancio, tus dudas, tu dolor, tu incertidumbre ante ciertas situaciones y/o personas, porque sólo Él puede realmente confortar tu corazón, cuando sientes que ya no puedes más.





Es difícil simplemente estar, lo sé por experiencia propia tropezando con múltiples distractores.
Es más sencillo ocuparnos, llenarnos la cabeza de pendientes y la vida de cosas.
Es aparentemente más productivo y redituable no parar creando o haciendo, que aprender a tomar unos minutos contemplando.
Pero este es un arte que, tarde o temprano, todos necesitamos aprender. De lo contrario, el cuerpo comienza con alertas, seguido de noches de insomnio, relaciones desgastadas, desconectadas, y malos humores y amores.
¿De qué no te quieres perder en la vida, por no saber descansar?
Aprendamos este arte junto a nuestro mejores maestros; los niños. Y como ellos, comenzar por dormir bien, tomar una siesta si es necesario, comer balanceado, mover el cuerpo, tomar aire fresco en la naturaleza, recordar priorizar esos hobbies que alegran tu corazón, leer un buen libro disfrutando de tu té al lado, hablarle a esas personas vitamina que alegran y aligeran el camino.
¿Qué puedes empezar a hacer hoy, para vivir el arte del descanso?
¿Qué necesita más atención en este momento de tu vida: cuerpo, mente, alma?



El viento sopla fuerte y frío sobre la espalda. Mientras mis niños juegan, tomo un libro, extiendo las piernas y sonrió.
Mi cuerpo está aprendiendo a descansar (a veces forzada por mi esposo o mi cuerpo) pero es un arte que deseo cultivar.
«Deja que tu corazón descanse, porque tú sabes que los frutos serán mejores y mayores.»
Karen Lorenzo.
Con profundo cariño,
Mariana López.
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Expertos hablando sobre el descanso, ¡a escucharlos y manos a la obra en el descanso! 😁🙌🧡
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¡Sin descanso, no hay equilibrio interior! – Marian Rojas Estapé.
