Cuando escucho la lluvia caer con toda la intensidad del cielo, mi cuerpo quiere caer de la misma forma sobre la cama; serena, confiada, rendida al trabajo del día y a las muchas formas de entrega que vivimos las mamás.
Todo mi cuerpo siente la invitación a un momento de más pausa, más calma, más disfrute de las cosas sencillas que pasan desapercibidas y poco agradecidas, en medio de prisas, listas y estudios médicos que atender.





La tierra nos lo enseña, hay una aparente pausa, llena de silencio y vacío, antes de los frutos.
Conforme iniciamos el verano, hacemos planes y lo que más anhela mi corazón es estar en una cabaña, rodeada de naturaleza, silencio y calma, con los ojos puestos en buenas lecturas y en el juego de mis chicos de julio. Anhelo seguir practicando el arte de la presencia, sosegada y relajada; simplemente ser y dejarme hacer por Aquél que todo recrea, desde una flor…hasta un corazón.
«Esas pausas, a veces forzadas (pero muy necesarias) son un alto para recalcular el camino y avanzar con nuevas fuerzas.»





El verano llega lleno de invitaciones para cambiar ritmos, ir despacio, brincar más charcos, reír sin prisas, crear momentos que recordar, cocinar nuevas recetas, conocer nuevos lugares, y volvernos asombrar con lo que Dios quiera hacer de nosotros.
Pero el primer paso es el silencio del corazón, “disponernos” diría el gran maestro San Ignacio de Loyola. “Porque donde está tu tesoro, está tu corazón.” ( Mt. 6,21). ¿Dónde está tu corazón? ¿Cómo está tu corazón? ¿Qué atesoras ahí adentro y a quiénes?…
«La tierra nos lo enseña, hay una aparente pausa, llena de silencio y vacío, antes de los frutos.»
Una vez dispuestos, toca soltarnos y dejarnos hacer por el que todo lo puede. Siguiendo el ejemplo de los árboles y las flores, que no forjan por sí mismos su crecimiento o dar frutos; sino que permiten y se sueltan a los ritmos naturales de la creación.
“Yo hago nuevas, todas las cosas”
(Ap .21:5-7).





Y un último paso es creer; en lo que está por venir, en los frutos que tocará disfrutar, en que todo lo que haces como mujer, esposa, madre impacta y hará florecer el corazón de tus hijos (y por supuesto el tuyo). Creer en que la vida, la bondad y la belleza, tienen la última palabra, pues siempre hay algo nuevo que descubrir, abrazar, y agradecer.
«Anhelo seguir practicando el arte de la presencia, sosegada y relajada; simplemente ser y dejarme hacer por Aquél que todo recrea, desde una flor…hasta un corazón.«
Conforme escucho las gotas de lluvia caer a un ritmo sereno y constante, mi cuerpo cae sobre la cama, rendido y agradecido. Siento en el corazón esta danza de ritmos e invitaciones a seguir nutriendo lo más profundo de mí…el corazón.
Con gran cariño, deseando disfrutes mucho este verano.
Mariana López.
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¡Una canción para el Verano! (nos ha encantado escucharla en el coche estos últimos días) 😉🙌😁
Algunos libros que quiero leer este verano…



