Veo en su rostro ese dilema – que todas llevamos dentro –, cuando amablemente alguien le pregunta: “¿a qué te dedicas?”.
Unos segundos de pausa –como si quisiéramos recordar todo el esfuerzo, sudor y lágrimas de lo que hemos elegido estudiar – . “Por ahora soy mamá. Me dedico al hogar y a ser mamá” – por fin exhala su dilema.
¡Pum!. Pareciera que se cierra el sepulcro de nuestra vida laboral…para siempre.
¿Te has sentido así, cargando este dilema entre ser mamá y/o ser profesional?…yo sí.
Y necesito recordar que, por ahora, así lo he elegido. Y ser mamá y profesional tampoco son dilemas que no puedan dialogar y caminar entre sí, aunque quizás des pasos pequeños.
Como dice una sabia amiga:
Ser mamá es más que un trabajo, es una misión de vida.
Es sembrar incansablemente, tanto amor, tanto bien, en pequeños que sembrarán también con lo que tú les das.
Es un trabajo donde no hay descanso, pero sí vendrá un remanso de paz y de recuerdos, que jamás se borrarán de ti, ni de tus hijos.
Ser mamá es un campo laboral muy formativo, porque eres: cocinera, psicóloga, chofer, maestra, enfermera, cuidadora, y tanto más que el corazón de una mujer es capaz de malabarear.
Ser mamá es un enorme llamado a dar vida. Y mientras tu la das – la entregas hasta el extremo –, también te llenas hasta el extremo de un amor incondicional, que jamás habías sentido.
¿Quién no necesita que mamá le enseñe desde lo más básico, como; cocinar un pastel, amarrarse las agujetas, pasando por interminables lecciones de bondad que queremos tatuar en el corazón; para que nuestros hijos no inicien guerras, ni en su casa –ni en el mundo – , y sepan decir siempre “lo siento”, “por favor”, “gracias”, y el más sincero “te amo”?.
¿Quién no necesita una mamá que escuche todas las decisiones más trascendentes e inquietantes como: qué playera elegir, qué carrera elegir, o qué pareja elegir?.
¿Quién no necesita una suave caricia, en sus días más cansados, pesados o abrumados; o un toque dulce que sólo una madre sabe crear con algunos ingredientes, y toda la entrega?.
En algo podemos estar seguras:
Así que hoy te invito, a que intentemos dejar a un lado la pena –y minimizar nuestra misión –, para que con todo el brillo en tus ojos, como cuando viste a tu bebé por primera vez, podamos decir a todo pulmón:
¡Soy una gran mamá, estoy formando a mis hijos, mi hogar, mi legado!
Y que exhales tu dilema; como si realmente disfrutaras la misión más importante que has elegido…o quizás que te ha elegido a ti.
Te abrazo con gran cariño, compartiendo nuestro dilema y nuestra misión. Y por supuesto, una canción: «Ordinary Days», de JJ. Heller.
Mariana López.
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