Después de un par de semanas y paciente espera, nuestras piezas de barro están terminadas. Ana, la alfarera, nos entrega nuestras piezas que han cobrado vida después de todo un proceso.
Pero no es tanto la pieza final sobre lo que te quiero compartir hoy, sino el proceso. Somos barro en constante proceso, en manos de nuestro alfarero Dios.
Las semanas corren, los aprendizajes llegan y en ocasiones; me gustaría detener el tiempo y contemplar las escenas, para mirar con calma los procesos que pasan desapercibidos. Pues es gracias a ellos, que han sucedido cambios en el barro que es nuestra vida.
Cuaresma nos invita a hacer esos espacios de contemplación más hondos y significativos, en medio de un mundo que gira en el torno de las prisas, sin valorar los procesos…mucho menos las pausas.
Así que hago el espacio – a veces forzado – tomo nota de esos procesos en mi propio barro frágil y en constante transformación a una nueva versión.
«Cuaresma nos invita a hacer esos espacios de contemplación más hondos y significativos, en medio de un mundo que gira en el torno de las prisas, sin valorar los procesos, mucho menos las pausas.«
¿Acaso, no he visto que mi barro tiene que pasar por muchas manos, que van moldeando, acariciando, incluso apretando esos lugares incómodos, para hacerlos aún más bellos?
¿No ha sido la “trinidad” de oración, terapia y comunidad, la que me ha sanado, transformado, alentado, acompañado?
¿Aún con un barro – o corazón – roto, no he sido testigo de lo que Dios, el mejor Alfarero, es capaz de hacer y reconstruir, en todo hijo suyo, en toda hija suya?
¿Y qué decir de muchos otros barros, que se acercan al mío, y juntos –en común-unión – hacemos (por pura gracia de Dios) la vida bella y llena de esperanza?
¿Por qué dudo, aunque pasen siete años o más, en que Dios toma en serio la restauración y la lleva a cabo con gran calma y grandeza? Cuando menos lo espero, cuando menos lo percibo; Él sigue trabajando al torno de mi vida, como si tú y yo, fuéramos una pieza única.
Nuestro barro no es un proceso de construcción individual, sino comunitario.
Cuando Dios te hizo, no dijo: “Haré”.
El mejor alfarero, ante ti –ante cada una de su creación – expresó: “Hagamos”.
“Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra…” (Gn1,26).
«Una comunidad de amor nos formó, nos moldeó, nos dio el primer soplo de aliento…
y lo seguirá haciendo en comunidad.«
Nuestro barro está constantemente en manos de una Trinidad de Amor. Pero necesitamos permitirnos ser sostenidos, abrazados, amasados, acariciados en este soplo de comunidad que nos invitan a tomar una nueva forma. Una comunidad de amor nos formó, nos moldeó, nos dio el primer soplo de aliento… y lo seguirá haciendo en comunidad.
Cuaresma no es sólo un ayuno más, una limosna más, una oración más. Es tu barro necesitado, sostenido, y transformado por el Amor Divino.
¿Le permitirás al AMOR Divino, tener la última palabra en tu barro roto?
¿Te permitirás ser sostenida por una comunidad que te alienta y acompaña?
¿Serás tú ese sostén para otros, en medio de su barro frágil y necesitado de esperanza, en que aún hay una nueva forma de vivirse?
¿Podremos esperar con paciencia y gran confianza, el proceso que tome nuestro barro?
«Cuaresma no es sólo un ayuno más, una limosna más, una oración más.
Es tu barro necesitado, sostenido, y transformado por el Amor Divino.«
Cuaresma avanza hacia la máxima entrega de amor y reconstrucción de nuestro barro roto, pero es todo el camino lo que verdaderamente nos transforma.
La luz entra a mi propio barro, y tan sólo queda permitir que entre y toque cada pieza que necesita ser moldeada, acariciada, restaurada…a su tiempo, a su modo. Mientras soy testigo agradecida de los procesos que ya ha hecho en mi vida, y en muchos otros hermosos barros de seres humanos.
Respira…puedo, puedes, esperar confiada en el proceso de tu barro.
Con gran cariño,
Mariana López.
Mi querida Mariana, que bella reflexión que me lleva a recordar que mi propia vasija en ciertas partes necesita que el Espíritu Santo la tome y reconstruya. En las manos de Jesús está mi pequeña vasija, entregándosela para que Él se la presente a mi buen Padre Dis y entre los Tres, la moldeen a su gusto y antojo. Es hermoso entregarle nuestro ser a los Tres Amados, para que hagan su obra en nosotros y en medio de nosotros. Un abrazo y mi oración por tí y los tuyos. ¡Feliz Cuaresma! Angelina