Inspiración, invitada

¡Encontrar el verdadero tesoro, en nuestra Fe! – Por Ana Sofía Azcúnaga.

Recientemente y por gracia de Dios he tenido la oportunidad de descubrir cuentas y personas muy hermosas en redes sociales, que han respondido el llamado del Espíritu Santo de «llevar el Evangelio a todo el mundo», y se han convertido en misioneras digitales llenando nuestros diferentes canales con mensajes de esperanza, amor y sabiduría. Así fue como conocí a Mariana, quien me hizo la emocionante invitación de escribir en este hermoso sitio.

Así que vengo a platicarles de una empresa que Jorge, mi esposo, y yo hemos desarrollado en estos últimos 2 años. Ave Celestia es una empresa de juguetes católicos y artículos religiosos para familias, con enfoque en niños pequeños. Con esta iniciativa, nuestra intención es facilitar a las familias las conversaciones de Dios, la oración, y la invitación a hacerlo presente en la «hermosa locura» de la vida diaria.

Jorge y yo tenemos el honor y privilegio de ser papás de 4 hijos. Creo que todos los padres de familia comprendemos lo limitado que se puede sentir el tiempo cuando otras personas dependen de nosotros, pero con mucha paciencia, esfuerzo y apoyo, hemos logrado sacar algunos productos a la venta. Esto lo hacemos con la gran ilusión de que otras familias se sientan acompañadas y apoyadas en el camino que compartimos todos hacia la santidad.

«Nuestra intención es facilitar a las familias las conversaciones de Dios, la oración y la invitación a hacerlo presente.»

Ana Sofia Azcúnaga.

Irónicamente, Ave Celestia nació en un momento en el que yo ya había hecho la paz con la suspensión de mi vida laboral debido a la maternidad. La pandemia, el nacimiento de nuestro tercer hijo y nuestra próxima mudanza a Estados Unidos, me llevaron a tomar esta decisión con mucha paz; y en medio del caos y la calma de la maternidad encontré un renovado sentido de valor y vocación.

En el 2021 nos mudamos a Louisiana con 3 hijos pequeños de 5, 3 y 1 año. Todos nos adaptamos rápidamente nuevo estilo de vida. Mi esposo con el desafío de su nuevo puesto, y los niños con sus propios retos del idioma, horarios y costumbres en su nueva escuela.

Jorge y yo tenemos la fortuna de haber nacido y crecido en familias católicas practicantes, y de haber asistido a colegios religiosos. Siempre fue nuestra intención transmitir esto a nuestros hijos, pero en Louisiana nos decidimos por un colegio laico que era el que mejor se ajustaba a nuestras expectativas y estilo de vida. Como era de esperarse, la educación era excelente, las maestras muy buenas, los niños iban muy contentos y todos los días regresaban con actividades muy bonitas relacionadas con la temporada y acordes a su desarrollo personal.

Estados Unidos es un país muy hermoso, que tiene muchísimas cosas que ofrecer y aportar al mundo, y fuimos muy afortunados de poder vivir ahí. Pero rápidamente notamos dos cosas que no nos gustaban: el consumismo, y la superficialidad en las costumbres y tradiciones.

Me acuerdo perfecto de un día en el que mi hija llegó muy emocionada del colegio con una historia novedosa que me contó llena de ilusión. Era en marzo, cerca del día de San Patricio.

«¡Mami! ¿Sabías que existen unos duendes que esconden una olla de oro al final del arco iris?»

Por alguna razón, este es un momento que se quedó profundamente grabado en mi memoria: sus ojos, sus expresiones, la manera tan clara en la que me explicó todos los detalles, combinando sus palabras en español e inglés, incluso los ademanes de sus manos…

«Juntan muchísimo oro, y lo ponen in a pot. ¡Y si los atrapas te quedas con el pot of gold! Pero es muy difícil encontrarlos mami, porque los leprechauns son muy sneaky…»

Mientras que ella hablaba yo admiraba su ternura, su inocencia y la gran ilusión con la que me contaba la historia (una que evidentemente ella creía real). Al mismo tiempo que la escuchaba me venían a la mente los siguientes pensamientos: «¿Por qué la maestra la dejó pensar que eso era verdad? ¿Cómo no le aclaró que era un cuento? ¿Por qué los hacen celebrar así el día de San Patricio? ¿De qué manera están relacionadas estas historias?«

¡No quiero que mi hija vaya en
búsqueda de falsos tesoros!
Porque el tesoro real que tenemos por ganar es tan increíble y valioso, que no vale la pena distraerse.

Ana Sofía Azcúnaga.

Ella con la misma belleza e inocencia con la que me contó todo eso, terminó su explicación con una invitación a buscar y seguir un arco iris para encontrar el tesoro, y no recuerdo que explicación o excusa le di en ese momento, pero algo me dejó muy intranquila con esa situación. Yo sabía que esa historia, probablemente la olvidaría en días, y de que ella misma se daría cuenta de que era fantasía en poco tiempo. Aún así no podía dejar se pensar en eso. Hasta que finalmente fui capaz de definir mi preocupación.

Primero no me gustó como se usó la excusa del día de San Patricio, para hablar de un duende que en nada está relacionado al Santo, ni a su historia. En ese momento comprendí con claridad como el mundo nos va envolviendo en historias que están lejos de la verdad, pero que creemos porque nos proponen ideas atractivas y fáciles. Y por otro lado, pudiéramos pensar que la historia de un duende que esconde oro a los 4 años es inofensiva, pero ¿qué pasa a los 14 cuando le platiquen acerca de la fama y popularidad que puede ganar a través de las redes sociales? ¿o a los 24, cuando la invitación sea ganar dinero y poder a costa de todo?

En esos pocos minutos que duró la conversación, una especie de alarma se encendió en mi interior y pensé con firmeza: ¡No quiero que mi hija vaya en búsqueda se falsos tesoros! Incluso si es uno tan pequeño e inofensivo, porque el tesoro real que tenemos por ganar es tan increíble y valioso, que no vale la pena distraerse en este tipo de cosas.

«Estas propuestas del mundo a vivir la vida en lo superficial, evitando el sufrimiento y las cosas que cuestan trabajo es muy atractiva, y puede traer felicidad temporal, pero nunca será suficiente para llenar la capacidad con la que Dios nos ha dotado.»

Ana Sofía Azcúnaga.

Sentí un deseo muy grande de compartirle a mis hijos en dónde se encuentra la verdadera riqueza, y dejarles tan claro como para que nunca pudieran olvidarlo, que fueran capaces de ir en búsqueda de la verdad con un sentido claro de su pertenencia al Cielo.

Estas propuestas del mundo a vivir la vida en lo superficial, evitando el sufrimiento y las cosas que cuestan trabajo es muy atractiva, y puede traer felicidad temporal, pero nunca será suficiente para llenar la capacidad con la que Dios nos ha dotado.

«Sentí un deseo muy grande de que fueran capaces de ir en búsqueda de la verdad con un sentido claro de su pertenencia al Cielo.«

Ana Sofía Azcúnaga.

También me sentí inspirada a canalizar todas esas hermosas habilidades que mi hija me mostró al contar su historia, hacia algo de mayor trascendencia; aprovechando su curiosidad, su imaginación, creatividad, su retención de memoria, su interés por escuchar historias y su disposición para poner en práctica lo aprendido. ¡El potencial que tienen nuestros niños es algo mágico! Y podemos dirigirlo hacia la búsqueda de la verdad y la felicidad plena.

Me propuse ser más constante y más inteligente en la manera en la que les proponía cualquier mensaje relacionado con la Fe. Que así como era atractivo lo falso, fuera aún más atractivo lo real. No solo en la misa del domingo, sino en el desayuno de todos los días. No en la clase de catecismo sino en la hora del juego, en los trayectos cotidianos. No en las grandes alegrías y tristezas de la vida, sino en el cansancio, las risas y el trabajo diario.

A las pocas semanas de este incidente fui a visitar una tienda de antigüedades muy famosa en la ciudad. Había dentro, en una esquina, un puesto concesionado de artículos religiosos novedosos y jueguetes católicos. En esa época cuando visitaba las tiendas, siempre estaba en alerta para no caer en el consumismo (que me abrumaba) pero en ese momento dejé caer todas las barreras y aprecié cada uno de esos productos como un regalo. Sentí un enorme deseo de compartir todas esas cosas con otras mamás, para que pudieran contar con recursos en casa que apoyaran su misión de hablarles a sus hijos de Dios.

Desde antes de comprarlos y llevarlos a casa, supe que serían, más que un regalo para mis hijos, una herramienta para mí: un recurso que me sería muy útil en la misión de reforzar la presencia de Dios en nuestra vida familiar.

Muy pronto me di cuenta de que a pesar de que
estas cosas eran usadas con frecuencia, su principal misión era la de hacer que recordáramos y miráramos a Dios en los momentos cotidianos del día.

Este recordatorio casual y constante de su presencia me motiva, sobre todo en los momentos difíciles o de cansancio. Cada vez que veo a mis hijos jugar con ellos, me siento muy agradecida con Dios por estar presente en nuestras vidas y por habernos confiado a estos hijos, que son primero suyos.

«Este recordatorio casual y constante de su presencia, me motiva sobre todo en los momentos difíciles o de cansancio.»

Ana Sofía Azcúnaga.


Estos recordatorios son importantes porque nos llevan a orar. Yo estoy convencida de que si queremos que nuestros hijos lleguen al Cielo, lo mejor que podemos hacer por ellos es rezar.

Las oraciones de los padres por los hijos son poderosas, y son más trascendentes que cualquier lección que podamos darles; incluso son más efectivas que nuestro ejemplo (aunque este será un importante segundo lugar).


Mi intención nunca fue empezar una empresa, pero nuestro deseo por compartir este tipo de herramientas fue tan grande, que Jorge y yo nos animamos a iniciar este proyecto justo cuando nos mudamos de regreso a México (ahora como familia de 6).

«Queremos que nuestros hijos sepan que el tesoro de la fe no es solo para los adultos, y que ellos pueden ir formando su propia relación con Dios.»

Ana Sofía Azcúnaga .


Con Ave Celestia, queremos ayudar a otros padres de familia (y a nosotros mismos) a enseñarles a nuestros hijos en dónde se encuentra la verdadera riqueza: el tesoro que nos espera y que Dios tiene guardado para nosotros.

Queremos que nuestros hijos sepan que el tesoro de la fe no es solo para los adultos, y que ellos pueden ir formando su propia relación con Dios, para seguir el camino que El tiene planeado para ellos.

Mi mamá con frecuencia se refiere a sus hijos y nietos como “peregrinos de la tierra, ciudadanos del Cielo”. Me gusta visualizar así a la gran familia católica. Especialmente en este año del Jubileo en el que la Iglesia nos propone “caminar juntos en la esperanza”, apoyándonos en este camino (que no es fácil), hasta llegar a nuestro destino de la Casa Eterna.

Con cariño, Ana Sofía Azcúnaga.

********************

Para conocer todos sus productos, síguelos en Instagram: Ave Celestia. (da click sobre las letras)

Y aquí el podcast para orar el Rosario (da click sobre las letras).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *