Ha sido un mes que nos ha sobrepasado en este hogar. Todas la “itis” que puedas imaginar llegaron intempestivamente– otitis, rinitis, faringitis, etc… – trayendo mucho cansancio, preocupación, e intentos por surfear la paciencia y el autocuidado lo mejor posible. El remate fue correr a urgencias en una tarde que esperábamos convivir con tranquilidad y llenar de amabilidad a uno de los más queridos abuelos.
Quizás tú también te sientas sobrepasada últimamente; las prisas por hacer todo y llenar agendas regresan descontroladamente, las enfermedades que menos imaginábamos cambian el panorama y la agenda repentinamente, las relaciones se quebrantan en medio de diferencias, las decisiones se vuelven complicadas de tomar, el caos mundial se hace presente en medio de incertidumbre con nuevas enfermedades e inflaciones inminentes, nos presionamos hasta el extremos por lograr y borrar pendientes; y realmente nos sentimos sobrepasadas…
Quizás el corazón necesita permanecer quieto por unos microsegundos; recordando que puedes estar sobrepasada, pero jamás derrotada…
Sobrepasadas, pero no derrotadas.
Hay una fuerza que realmente nos sostiene, y nuestra permanencia –aún cuando estamos sobrepasadas – depende de esta comunión con el amor. Ese amor que realmente nos ayuda a esperar y permanecer con esperanza, aún en medio del quebranto.
Realmente podemos sentir que nos quebrantamos –como aquella tarde sosteniendo a mi hijo lleno de sangre, queriendo quebrarme en llanto y gritos; pero sentirme sostenida por tantas personas que corrieron a auxiliarnos, y quienes me ayudaron a ser sostén para mi hijo, mientras yo también era sostenida y acompañada–.
Así como las olas rompen inevitablemente y con gran fuerza al llegar a la orilla; el quebranto en nuestra vida es también inevitable. La agitación en la vida, va y viene, hay viento, hay tormenta, hay marea alta… que nos sobrepasa.
Pero también llega la calma: el sonido del agua espumosa que devuelve su ritmo al corazón, el viento suave soplando como una caricia, que nos llena de fuerza de lo alto.
¿Qué pasaría, si en vez de sentirnos sobrepasadas; nos sintiéramos acompañadas, y sobretodo profundamente amadas?.
Si cada noche antes de cerrar los ojos, pudiéramos ver con el corazón, lo que ha sido invisible, pero esencial:
Nos sentamos todos a la mesa, mientras escucho a mi hijo pequeño decir con el corazón: “¡Mamá, ven conmigo!”. Y yo también clamo desde el corazón a mi Abba: “¡Ven conmigo!”.
¿Qué pasaría si cada día, sobretodo cuando nos sentimos sobrepasadas, recordáramos y clamáramos algo así?…
Con profundo cariño,
Mariana López.
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Unas de mis aplicaciones favoritas son: RezandoVoy (adultos) y Rezando Voy infantil, ese espacio donde oramos, lloramos, clamamos a Abba y escuchamos atentos su palabra, que siempre trae vida e invitación.
¡Te las recomiendo mucho!
Esta frase tocó mi corazón esta semana:
Que manera de ser luz, felicidades Mariana, está hermoso el blogspot, elegancia, sencillez y buen gusto están presentes en todas las publicaciiones, me ha encantado, ya se lo recomendé a mi hija y a mi nuera. Te abrazo fuerte!
Querida Lety, un regalo inmenso coincidir en la búsqueda de amar más, sanar y ser luz. Dios te bendice. Con cariño, Mariana López.