Es Semana Santa, y creo que no es coincidencia que, justo el día de mi cumpleaños número treinta y seis, sea viernes Santo.
¿Quién no necesita ser recordada –una y mil veces – lo amada que es, y lo necesitada de gracia, perdón, y nueva vida que está?
Debería haber estado en la casa de ejercicios de los Jesuitas en Puente Grande, Jalisco. Pero mi corazón, cuyos Jesuitas le han enseñado a leer el “alfabeto del corazón”, llamado discernimiento; eligió estar aquí, con mi familia, aventurándonos en la hermosa locura de seguir creando memorias juntos, aunque a veces mi corazón falle tanto en hacerlas memorables.
Aún en medio del viaje, uno que otro berrinche y noche sin dormir bajo un clima de cuarenta grados; el corazón se dispone para vivir esta Semana Santa, ahí donde estoy, ahí con quienes estoy, ahí como está mi corazón.
¿Silencio?…no mucho. Pero sí muchas oportunidades para palpar más a Dios, ahí en lo cotidiano. Pausar, contemplar, saborear, detenerme a sentir internamente; son pautas que mi corazón lentamente ha tenido que ir aprendiendo a experimentar más y más, en el seguimiento de un Dios que no deja de sorprendernos con su inagotable amor y perdón hacia nosotros; pequeños y olvidadizos hijos suyos.
Lo leo en palabras de una de mis autoras favoritas, Ann Voskamp:
Mi corazón va lleno de anhelos; desde un vestido nuevo (color verde), sentarme a disfrutar juegos de mesa en familia, hasta un profundo encuentro con Dios que restaure y haga todo nuevo –incluida la vida.
El miércoles Santo llegamos a este lugar conocido como “Puente de Dios.” Todos comenzamos a chapotear en el primer charquito que vemos, anhelando refrescarnos. Pero es todo este camino que recorremos, que sin darnos cuenta, nos restaura el corazón.
El guía camina rápido, y yo sólo quiero detenerme en cada rinconcito posible para meter mis pies, pero sobretodo abrir mis ojos y contemplar bien cómo es en la calma, donde el agua refleja una quietud y belleza inexplicable. Después de ríos de agua, en musical movimiento, encontrábamos una calma exquisita. Una quietud difícil de explicar, que permite contemplar todo nítidamente. En esa quietud, aparecían tonalidades y brillos que no podías notar antes.
Me vienen al corazón estas gotas de sabiduría:
Todo este tesoro natural me refleja una profunda bondad, una profunda entrega, un gran amor que se derrama constantemente, como estas aguas. ¡Cierto Ann Voskamp! Comparto este sentir:
“La vida más bella, es una vida entregada.”
Hoy sostenemos una cruz, aunque es en realidad Él quien verdaderamente nos sostiene en medio de toda una vida…por esa amorosa entrega de su propia vida.
Ahí reside nuestra verdadera esperanza, como hijas e hijos suyos, su entrega desbordada no es estéril, no fue en vano. Su entrega desbordada fecunda todo, ilumina todo, acompaña todo, renueva todo, se palpa en todo…cuando te detienes con calma a sentir su amor corriendo en cada latido, en cada encuentro, en cada rostro, en cada palabra, en cada nueva mirada. ¡Este es el puente que ha creado Dios, entre tú y Él; una vida entregada hasta el extremo de morir…por puro amor a ti, y así estar cerca por la eternidad!
Es viernes Santo, un río de gracia se desborda – aún en medio del quebranto – y el corazón lo puede escuchar, aún más…lo puede sentir.
Con gran cariño, agradeciendo profundamente la vida y los rostros que me acompañan.
Y pidiendo GRACIA, para una nueva entrega desbordada en amor, servicio…y palabras.
Mariana López.
Felicidades Marianita en este nuevo año que inicias deseo que Dios te siga llenando a ti y a tu hermosa familia de salud, fuerza y mucha alegría, y tu cada día con más sabiduría! te abrazo con el alma ! gracias por compartir tan hermosos pensamientos y hermoso lugar ! bendito sea nuestro Padre, alabado sra nuestro Jesús que con el Espíritu Santo nos permite disfrutar de tanta belleza! te saludo con mucha alegría de verte feliz ! tus hijos ya creciendo, atesora estos momentos porque se van muy pronto en un abrir y cerrar de ojos ya serán adolescentes ! con la voluntad de Dios.