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¡Escuchar, para nombrar un nuevo año!

Hace todo el sentido al corazón que, antes de celebrar un nuevo año, celebremos al Salvador de nuestras vidas. Porque sin Él, nuestras vidas comienzan a perder rumbo, sentido, sabor.
Una vez celebrada la Navidad, ahora sí podemos celebrar un nuevo año y mejor aún, nombrarlo. Porque así comienza la historia de toda creación; nombrando para dar sentido, rumbo, e ir orientando la vida, con todo lo que somos y tenemos, para dar Gloria a un Dios que no deja de amarnos y buscar nuestra mayor plenitud.
Los últimos días del año todo mi ser pide pequeños espacios de silencio y oración. Siendo mamá de dos hermosos e intensos seres humanos (que madrugan como su madre) intento ganarles minutos para dejarme envolver por el silencio y adentrarme en ese primer encuentro que da todo el sentido a mi día, a mi vida…
Silencio para escuchar los movimientos del corazón.
Silencio para escuchar nuevas e inesperadas invitaciones.
Silencio para aclarar dudas e inquietudes.
Silencio para calmar preocupaciones.
Silencio para tener fuerzas y certezas.
Silencio para sentir en el corazón su presencia que llena de inexplicable paz.
Silencio para reconocer su paso en nuestra vida y expresar un alegre gracias por tanto, por todo lo vivido y lo que vendrá.
Mientras el corazón intenta despojarse de ruidos, agendas llenas, excesos de comida, redes sociales, enojos y/o tristezas innecesarios…el corazón se va llenando de lo importante:
¡Escuchar, escuchar, escuchar!
“Escucha Israel: El Señor nuestro Dios, es el único Señor.
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.” Dt. 6, 4-5.
Y cuando escuchas, Dios habla, siempre habla…y nos nombra suyas, amadas, salvadas, redimidas, llamas de su luz.
Mi amado esposo, fue mi gran equipo en el «hágase» del nuevo libro.
El año 2024 fue nombrado “Hágase”, vaya que el Señor tenía mucho por hacer con el lanzamiento de “La Danza de la mariposa”. Pero este 2025, me encuentro discerniendo entre ir más despacio y profunda, sin por ello retirarme por completo de mis obligaciones, roles y pasiones (como escribir). Sigo orando, sigo escuchando y viene esta lectura a mi oído.
“Hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.”
Jn 1, 6-8.
Ahí está mi palabra del nuevo año: “testigos de la luz”.
Unida a una oración que me ha enseñado San Ignacio en estos últimos días…
“Enséñame a usar sabiamente estos dones para que te ame cada vez más. Que el atractivo del mundo, no me aleje de ti, que no haga de ellos el atractivo principal de mi vida. Quiero que seas tú Señor, el centro de mi ser. Mi objetivo en la vida, es estar contigo para siempre…y ser testigo de tu luz, de tu paso en mi vida.”
Amén.
La primera tarde del año va cayendo, pero la luz del interior ha quedado encendida al nombrar este nuevo camino…mientras confío en Quién es la verdadera Luz.
¿Y tú, cómo nombras tu año?…
Con profundo cariño, Dios te bendiga y lo escuches este 2025.
Mariana López.
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Una bendición que compartió una bella amiga (Anita Ávila), para iniciar el año.